viernes, 8 de abril de 2011

Antes de que mi vela se apague.

Mis velas no se apagaban todavía. La oscuridad aún no llenaba mi cuarto. Era como si trataran de mantenerse prendidas, dando todo de sí, lo que más pudiesen, hasta quedar sin energías, todo para que yo no estuviera desolado en la nada de lo desconocido.  Del otro lado de la ventana ya todo parecía estar en la total penumbra. Solo andaban encima del oscuro pasto algunas luciérnagas también dando todo de sí, pero pareciera inútil, ya también se estaban desgastando y era inevitable el fin.
A la final nada sirvió, nada fue suficiente ante lo que no podía ser detenido.  Ya casi al final el intento se dejó de lado y el instinto de supervivencia empezó a reinar en las ideas de una inútil manera de egoísmo que llevó al caos apoteósico.
Cerca del final te das cuenta que lo que sufrías en tal o cual momento no era absolutamente nada con lo que sufría  tu esencia humana. Pero aun así, no me imagino a nadie sin regalarle grandes cantidades de tiempo a sus humillaciones y vergüenzas, antes de regalárselo a su esencia humana, tan confundida, tan… increíblemente corrosiva.
“Ay, por favor, de aquí a unos sesenta años más, seguirá habiendo agua”. ¿Y tus hijos de qué vivirán?
Yo soy uno de esos hijos, y cuento esta historia antes de que mi vela se apague. Aprovecho estos minutos para que, si de alguna forma mágica este escrito llegue al pasado, pues quien sea que lo lea me crea y pueda hacer algo para que este futuro no se cumpla. 
Un día de esos donde tienes energías para hacer algo por el mundo, hazlo. No te dejes llevar por los “qué dirán” que aunque a algunos les impulsa de mala manera, a otros los cohíbe. A la final, estoy seguro por experiencia propia, que aquellos se atribuirán culpas por no haber hecho algo pequeñamente parecido.
Si es cierto, la mariposa antes de volar, estuvo capturada por su escafandra, pero dentro de ella se preparo para explotar su potencial, allí dentro pensó muy bien lo que haría, allí dentro aprendió que debía ir de flor en flor. Allí dentro aprendió que volar cerca de las personas era llenarlas de alegría y darles una señal de que la naturaleza le agradece lo que ha hecho por ella. Así que si nunca te ha volado una mariposa cerca o lo ha hecho muy poco “empieza a preocuparte”.
Por muy pequeña la acción que hagas es más que suficiente, porque somos un equipo, o mejor dicho, debimos haberlo sido desde el principio. Miles de pequeñas acciones anulan miles de las malas, entonces viviríamos en un mundo perfecto. Son tan simples las cosas que puedes hacer, empezando por no confundir autoestima con egocentrismo y orgullo.
Hoy deseo que te rocen y acaricien algunas mariposas. Hoy, como más nunca podré, deseo que puedas ayudarme en esta causa. Y debido a que circunstancialmente por la ventana oxidada está entrando un brisa llena de humo, y a que mis velas ya no están resistiendo, empiezo a despedirme y a decirte que hagas lo que tengas que hacer y te darás cuenta de que aquello que te perturba se irá diluyendo en una sana satisfacción que te ayudará a comprender que básicamente las reglas fueron hechas para ser cumplidas, pero cuando ya no resultan, es hora de otras alternativas, hasta nuevo aviso ya que "más versátil no puede ser esta vida".
Bueno y en estos cincos segundos donde mi vela ya se ha apagado y solo me queda la claridad que deja el leve humito blanco que sale de la mecha no hallo más palabras que decir solo que… “Te quiero”.
Atentamente: La voz de la razón.

Algunos se habran dado cuenta del final característico de una carta que aparece en la excelente pelicula "V de venganza". 

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